miércoles, 27 de enero de 2010



Decís defendernos con la mano del verdugo de la mano del asesino. ¡Demasiada generosidad! Cada uno de nosotros tiene bastante más que temer del verdugo que del asesino. Frente al asesino podemos ser iguales en fuerzas. Pero frente a una feroz reacción política nadie, nadie, está seguro. C. CATTANEO[1]

I

“¡Política de seguridad democrática!”, me parece escuchar como consigna. Es la ley, es la instrucción, es la incógnita desconocida que completa la ecuación. Hay hambre, desempleo, indigencia, pobreza, ignorancia, humillación, masacres y muertes, pero también hay ¡Política de seguridad democrática! Que si decrece el producto interno bruto: ¡Política de seguridad democr…! Que si las divisas se inflan: ¡Política de seguri…! Que hay fuga de impuestos: ¡Polític…! Que la corrupción, que los desfalcos, que la enfermedad; que Chávez, que Fidel, que Macaco; que el Profe, que los estudiantes, que la rebelión; que el Mono Jojoy, que la asonada, que el tropel; que Raúl Reyes, que el secuestro, que la extorsión y que el crimen: ¡¡¡Shhhhhhhhhhhhhhhhhh!!! ¡Hagamos silencio!… Nos van a explicar la fórmula mágica:

“El círculo virtuoso”-concepto acuñado por el Ministerio de defensa-explica la efectividad del proyecto de seguridad. Los dos supuestos del cual parte son: La necesidad de Seguridad y La necesidad de Inversión extranjera. Según esto, es indispensable proteger al nacional colombiano y proteger al extranjero inversionista. Al colombiano pues es el sujeto de derechos, y al extranjero pues es el sujeto adinerado. Entonces, Derecho y Capital son los insumos que se quieren tener de sobra. Derecho para producir estabilidad y confianza; y capital para producir a la vez Derecho. En esta lógica, Derecho es transable con capital, pues son uno y lo mismo. Seguridad, Inversión de capital extranjero, Crecimiento económico, producción de impuestos y Bienestar Social, son todos uno y lo mismo. En síntesis, Seguridad es Inyección de capital extranjero y es Bienestar Social.

En este sentido, dice Álvaro Uribe:

“El imperio de la ley es también garantía de desarrollo y prosperidad económica. Cada vez que hay un secuestro se afecta profundamente la confianza de los inversionistas, se dispersan los capitales y se pierden fuentes de empleo”[2]

Así, la Política de Defensa y de Seguridad Democrática-llamada hoy día Política de Consolidación de la Seguridad democrática (PCSD)-está justificada en las necesidades del Estado Colombiano: Bonanza económica y Defensa del Estado de Derecho. Al aumentar el espectro de la Seguridad se potencializa la Economía. Por ello, las operaciones de la Fuerza Pública al generar confianza y estabilidad, atraer la inversión privada, producir crecimiento económico y reducir el desempleo y la pobreza, deben ser financiadas y mantenidas permanentemente.[3]

Por ello aumentar el pié de lucha, cualificar la inteligencia contra el crimen y la delincuencia, terminar con el aislamiento de territorios nacionales producto de la violencia indiscriminada, combatir con eficacia grupos armados ilegales y las bandas de delincuencia común, y en general, reducir los índices de criminalidad controlando, estabilizando y consolidando el territorio colombiano, generando un clima de paz y tranquilidad en la población, debe seguir siendo el objetivo de las Fuerza Armadas Colombianas.

Esta política pensada y aplicada desde la entrada del gobierno Uribe ha permitido, según estadísticas del propio Ministerio, controlar, estabilizar y consolidar geométricamente las acciones delincuentes y criminales. Homicidios, secuestros, hurtos, piratería terrestre, extorción, atentados terroristas, voladura de oleoductos y de torres de energía, y acciones subversivas han menguado cualificadamente. Por otra parte, la cantidad de drogas ilícitas incautadas, inmovilizaciones e incautaciones de insumos, aeronaves y de vehículos subordinados al narcotráfico, se ha perpetrado. Además, las desmovilizaciones, las abatidas y las capturas de miembros de grupos subversivos y de autodefensas ilegales, han golpeado la estabilidad de dichas organizaciones.[4]

II
Ya escuchamos suficiente. Hagamos bulla otra vez: Que la corrupción, que los desfalcos, que la enfermedad; que Chávez, que Fidel, que Macaco; que el Profe, que los estudiantes, que la rebelión; que el Mono Jojoy, que la asonada, que el tropel; que Raúl Reyes, que el secuestro, que la extorsión y que el crimen… ¡¡¡Shhhhhhhhhhhhhhhhhh!!! ¡Hagamos silencio!… Nos van a despertar del sueño dogmático:
“Ni virtuoso ni seguro, el círculo es vicioso y peligroso”

Toda esta dinámica de la Fuerza Armada colombiana, debe entonces entenderse-en el discurso del gobierno-como el logro de la constancia y del perseverar del Ejército, de la Policía, de la Fuerza Aérea Colombiana FAC, de la Armada Nacional, del GAULA, del CTI y del Departamento Administrativo de Seguridad DAS. Es decir, es producto de la inyección de patrimonio para cualificar los recursos humanos, bélicos, armamentistas y tecnológicos que permiten disminuir copiosamente la existencia del crimen, del delito y de las acciones antisociales en cada rincón del territorio colombiano. O en otras palabras, el éxito que el Ministerio le atribuye a la PCSD se debe al apresamiento, a la entrega y a la extinción de personas tildadas como delincuentes, criminales, bándalos, asociales, guerrilleros, narcotraficantes, terroristas y miembros de autodefensas ilegales. Curiosamente, la cuña paramilitar no aparece en ninguna parte de los documentos del Ministerio, a excepción de cuando nombran el paramilitarismo como fenómeno extinto.

Así, la suposición del Ministerio-y se puede extender como suposición del Gobierno-es que Paramilitarismo ya no hay, lo que existen son grupos rezagados de él. Por ello, pone todo su énfasis en las acciones que “se constituyen en delitos de muy alto impacto para la sociedad” como el secuestro y la extorción. En este sentido, el gobierno dice qué es lo que sea La seguridad diciendo qué actos son los que la afectan, y señalando qué personas son las que la afectan. Él define qué es un “acto anti-seguridad” y quiénes son las “gentes anti-seguridad”. Haciendo esto, inicia el proceso de criminalización de personas: Define una etiqueta, la aplica, y ejecuta al etiquetado, logrando así influir negativamente en la imagen de un grupo humano, sin necesidad de que ese grupo sea considerado criminal o delincuente por el pueblo colombiano[5].
Así, mientras acusan a guerrilleros y a autodefensas de terroristas, indultan a congresistas de delitos de cohecho, concusión y peculado, pues al aislar una pequeña parte de los colombianos, concentran en ellos la culpa de situaciones problemáticas y conflictos sociales[6].

Uno de los problemas aquí evidenciados, es el abuso del Poder del Gobierno, cuando indiscriminadamente, sin sustento jurídico, sin bases científicas y sin estudios sesudos, someten a grupos humanos a soportar deberes y responsabilidades insoportables. Es el clásico debate entre Autoritarismo y Garantismo. El Gobierno autoritario acude al decisionismo, a la valoración, a la inquisición, a la simple voluntad y potestad, negando el conocimiento, la prueba, la comprobación, la razón y la verdad[7]. Por ello, es de tontos pensar al Gobierno como mesiánico y redentor, cuando es inquisidor y emperador. El poder corrompe, pero el poder absoluto corrompe absolutamente-dijo Lord Acton-, entonces el ejercicio del Poder necesita diques que atenúen su furia.


III
Producción de desconfianza
y de pobreza por la PCSD

“El desaparecimiento forzado de personas como política estatal, es la expresión máxima de la Doctrina de la Seguridad Nacional y representa, por una parte, un castigo al delincuente político dentro del control tradicional y, por otra, desde un punto de vista crítico, constituye un crimen contra la humanidad” [8].

El sujeto activo del delito de Desaparición forzada en Colombia, antes del 2002, era el particular perteneciente a un grupo armado al margen de la ley. Allí, al legislador se le olvidaron los crímenes de Estado perpetuados en los 90`s contra la Unión Patriótica, se le olvidó que el Estado también desaparece. La desaparición forzada es hoy uno de los crímenes de Estado más comunes entre activistas, estudiantes y sindicalistas.

Este fenómeno, en el que el Estado colombiano en vez de proteger contra la delincuencia, fomenta delincuencia, es producto de las prerrogativas excesivas dadas a la Fuerza Pública y a la entrega de funciones públicas a organizaciones para-estatales. Así, cuando el Paramilitarismo no tiene asidero jurídico que regle sus funciones y limíte sus facultades, tiende entonces al despotismo. En Colombia, el aura aparente de seguridad se traduce en un abuso desorbitado y escandaloso del Poder.

Por ello, Luigi Ferrajoli atina al decir que la crisis del Derecho Penal de hoy es que su función se confunde con la función de policía. El conjunto de garantías y tutelas de la persona se confunde con las normas del control social[9]. Ya el clásico penalista garantista Francisco Carrara había dicho que la Policía “no espera un hecho malvado para actuar”, mientras que el Derecho Penal actúa sólo cuando “ya se ha faltado”[10] Es precisamente esta nota de control social y de educación de la conducta, la que distingue por antonomasia a Las Fuerza públicas y para-estatales. La Parapolítica desde el Congreso trabajando haciendo leyes que orienten la conducta de las Instituciones, y el Paramilitarismo desde los campos colombianos aplicando lo más rústico: La fuerza. ¡Es sorprendente cómo Derecho y Fuerza se confunde! El leviatán de Hobbes es al que tenemos por Mandatario, sólo que en vez de apalearnos con el Báculo, lo hace con millones de botas militares y para-militares. Así, el gobierno colombiano mediante su intervención institucional y parainstitucional viola el conjunto de garantías constitucionales que definen la tutela de los derechos fundamentales, cuando no es Estado de Derecho sino Estado extra-legal o de Policía.[11]



IV
Paranoia y paroxismo

El estado extra-legal o de Policía al que hace referencia Ferrajoli, también es acuñado como Estado `contra-insurgente´, que es una modalidad del Estado terrorista, en el que todos los esfuerzos están dirigidos a eliminar al disenso, a quién no está de acuerdo con el sistema imperante, y se ha organizado para contrarrestar el funcionamiento del Estado. Este se caracteriza porque enfoca al enemigo en sus propios dominios[12]. “El Enemigo está entre nosotros” dice el Ministro de defensa Santos, y entonces en vez de generar confianza y seguridad, produce horror y abatimiento. Paranoia y estado de zozobra nos genera dichas palabras.

Así, el fenómeno de guerrillas en Colombia enseña al mundo que “el enemigo es interno”. Y a la pregunta ¿Por qué hay insurgencia? Se responde: Porque hay guerrillas, confundiendo socarronamente causa y efecto. Si hay guerrillas-dicen-es porque hay delincuencia, y no por la situación social de desesperanza que vive el país. Eliminar la delincuencia es la respuesta. Este tipo de entendimiento no peca tanto por irracional como por peligroso, pues para resolver la pobreza su fórmula sería: “Combata la pobreza ¡mate a un indigente!”

En este sentido, el énfasis en los peligros y patologías implícitas en el proceso de cambio social; la plena identificación de Colombia con el marco norteamericano de seguridad; y la identificación de patología con todo movimiento que trate de subvertir estructuras de poder; son algunas notas que identifican a la sociedad colombiana[13].


V
Ejército de reserva y lucha de clases


De cualquier manera, hace falta explicarse porqué el pobre guerrea con el pobre con el discurso de su patrón en los labios. Explicarse el motivo para que soldados razos, soldados paramilitares, y guerrilleros se echen plomo uno al otro, teniendo en cuenta que pertenecen a una misma clase social obrera.

Ello es explicable desde la propuesta marxista. Si el crimen es un comportamiento de reacción de los individuos frente a una experiencia injusta, y si es un símbolo de la naturaleza antisocial del modo de producción capitalista, entonces el crimen no depende solamente de su pre-definición y de la posterior estigmatización del individuo, sino que está ligado a las condiciones materiales de su existencia. Así, los grupos subversivos, las autodefensas ilegales y las bandas de delincuencia común “atentan contra la propiedad y el orden constitucional” porque son productos desempleados del capitalismo, poblaciones en riesgo. Entonces, su manifestación, apenas natural, es “la delincuencia”. Así, el crimen es producto de las contradicciones del sistema capitalista, y producto de las condiciones impuestas por los detentadores del poder[14]. De esa manera, el sistema de producción está destinado para producir un ejército de reserva, que siempre esté dispuesto para ser criminalizado y para guerrear con otros por la sobrevivencia y el ascenso social.

En ese sentido, las condiciones materiales-históricas son las que determinan la conciencia de la sociedad y no es la conciencia de la sociedad la que determina las condiciones materiales. Por ello, si la propuesta del marxismo, fue abolir la propiedad privada para evitar los desmadres del capitalismo y crear una conciencia transformadora, entonces, debemos buscar una propuesta que evite los desmadres y abusos de la política de consolidación de la seguridad democrática.



VI
Abolicionismo de la fuente de
Criminalización para abolir el Crimen

“Es preciso abolir el sistema penal. Es decir, romper el vínculo especial que une entre sí, a los órganos de una máquina ciega cuyo objeto mismo consiste en la producción de sufrimiento estéril”[15]

Si las personas se motivan para delinquir y no para dejar de delinquir, entonces el establecimiento del Estado de Derecho como finalidad de la PCSD es falsa. A mayor fuerza de abatida más radicales se muestran “los criminales”. El enfrentamiento desproporcional y desorbitado de la Fuerza Pública, generará indignación y sentimiento de venganza en “la sociedad criminal”, en vez de Bienestar. Asir la Seguridad con fuego, es continuar un sistema de guerra en el que “el círculo virtuoso (vicioso)” redundará en Guerra. Hacer sufrir por hacer sufrir, genera sólo sufrimientos y nunca alegrías. Negarse a la posibilidad de ser-con otros es “negarse a reconocer la especifidad de cada conflicto”[16] y dejar desnuda la tiranía al dejar en intimidad la falta de razones.

Cerrarse a la posibilidad de ser, es neurósis, es enfermedad. El bloqueo mental, es pérdida de libertad, pues es pérdida de posibilidades. Creer que el delito “es”, que tiene carácter ontológico, es una ofensa a la inteligencia y una chispa que enciende la indignación, sabiendo que las reformas penales y de seguridad son el pan de cada día. El delito es tan sólo una construcción hecha para intensificar el sufrimiento para revictimizar. El sistema penal equivale a la Religión cuando Nietzsche la definía como sistema de crueldad.

La relatividad del “Delito”, la cifra oscura, el culpable necesario, el estigma, la exclusión, la preselección de los que serán castigados, la distancia psicológica entre sistema penal y el condenado, la reducción social a lo puramente criminal, , las razones impersonales para condenar y la pena inhumana, son hechos que indican la inutilidad de la pena: No sirven a nadie, ni hacen feliz a nadie[17].

Por ello, “si el sistema penal se aboliera, los actuales abastecedores del sistema-que viven casi tan encerrados como los presos-se sentirían liberados como lo fueron los hombres que un día no tuvieron ya que vivir gracias a la esclavitud de otros hombres”[18]



VII
Síntesis y Conclusión


Síntesis

“El círculo virtuoso” ilustrado en el numeral I de este artículo, representa la llamada "crítica de derecha" la cual hace una crítica al paradigma de la reacción social-en su modo específico del labellling aproach-para asentar el paradigma etiológico que le da carácter ontológico al delito. Así, dicha crítica pretende mantener incólume el sistema penal[19], intentando buscar uno mejor y no algo mejor que ése. Por tanto, sigue utilizando conceptos como sujeto desviado, sujeto peligroso, sujeto extraño o sujeto asocial para identificar y caracterizar al individuo delincuente. Lógicamente, su énfasis está puesto en la recolección de un “ejército de reserva”, o conjunto de individuos listos a “ser criminalizados”, por lo que sus insumos deben ser “la seguridad” y “la fuerza del derecho”. Por tanto, todas sus inversiones son puestas en la adquisición de recursos humanos, tecnológicos, bélicos y armamentísticos que aumenten la eficiencia de su “cacería”. Por esta consideración, esta crítica tiende a preponderar la función de policía, al tiempo que excluye la función penal, siempre fiel a la consigna "es mejor prevenir que lamentar" y al supuesto misántropo de que "los hombres son hostiles".

Representa la "criminología crítica" el subtítulo “Ni virtuoso ni seguro, el círculo es vicioso y peligroso” ilustrado y explicado desde el numeral II. Esta critica al paradigma positivista-etiológico-en su modo específico del determinismo individual y social-en cuanto niega la naturaleza ontológica del “delito”, y propone en vez de ello, el análisis de los procesos de criminalización junto al fenómeno del “control social de los poderosos sobre los débiles”. Así, dicha crítica quiere construir algo mejor que el sistema penal. Por tanto, utiliza metodologías que explican los procesos de etiquetamiento del individuo y el “camino hacia la criminalización”. En vez de buscar “ejércitos de reserva” identifica conductas socialmente dañinas y negativas, para así reprochar estas y no las constituidas por “grupos de poderosos”. Por esta situación, apunta a la elaboración de “políticas alternativas al sistema penal” a partir de las condiciones histórico-materiales[20].

Entonces, desde el enfoque Criminólogo-crítico, “el círculo virtuoso” y la “Política de Consolidación de la Seguridad Democrática” son construcciones arbitrarias de un grupo de poderosos, que por medio del Poder y el Capital orientan la conducta social, articulando significados a conveniencia del momento histórico-material vivido. Ello permite mantener las injusticas; permite mantener los engaños informativos y la manipulación de la sociedad. Así, esta Crítica ha propuesto tres políticas penales alternativas: La del realismo de Izquierda, la del Garantismo Penal, y La Abolicionista.

Esa última, propone la deconstrucción del “delito” y la revolución del lenguaje que indique la abolición del sistema penal-punitivo en todas sus instituciones, pues “la administración de justicia” y “la lucha contra la criminalidad” son inalcanzables mediante el sistema penal. Éste está en función de sí mismo y de la burocracia que lo maneja. Por ello, lo único que hace es resolver las dificultades en su interior, hallar un equilibrio, velar por el bienestar de sus miembros, y en general, asegurar su supervivencia[21].

Conclusión

La simulación de hacer justicia produciendo Bienestar social y dando seguridad, es una forma política, de gestión, de ejercicio del poder, que por medio de las Fuerzas Armadas institucionales y para-institucionales, pasa a ser en el concierto nacional una manera de autentificar la verdad, de adquirir cosas que habrán de ser consideradas como verdaderas y transmitirlas históricamente. La Parapolítica como manera que avala la combinación de las formas de lucha para asir el Poder Político, sigue siendo una forma que simula administrar justicia para autentificarse como tendiente al Bien, a la Verdad, y a la Paz Social.


[1] Citado por Ferrajoli en Diritto e ragione. Teoria del garantismo penale. Madrid: Editorial Trota 2001. Pág. 348
[2] Ver Política de Defensa y de Seguridad Democrática. Presidencia de la República de Colombia. Ministerio de Defensa Nacional. República de Colombia 2003. Carta del Presidente de la República.
[3] Ver http://www.mindefensa.gov.co/ Política de consolidación de la Seguridad democrática
[4] Ver http://www.mindefensa.gov.co/ Logros de la Política de Consolidación de la Seguridad democrática
[5] Comparar con: ¿Qué es Criminología Crítica? Entrevista con Alessandro Baratta por Victor Sancha Matta. Documento multicopiado. 1998. Pág 13
[6] Comparar con: El mismo. Pág. 17
[7] Ver: Ferrajoli Luigi. Diritto e ragione. Teoria del garantismo penale. Madrid: Editorial Trota 2001. Pág. 45
[8] Criminología Crítica. I Seminario. Universidad de Medellín. Agosto de 1984. Conclusiones del primer seminario de criminología crítica
[9] Ver Ferrajoli, Luigi. “El derecho Penal Mínimo” en Poder y Control. No. 0. Pág.34
[10] Carrara, Francesco. Programa de Derecho Criminal. Bogotá, Temis, 1976. “Prolegómenos” Pág. 20
[11] Ver: Citado más arriba.
[12] Rosa del Olmo. En Criminología Crítica. I Seminario. “La detención-desaparición en América Latina ¿Crimen o Castigo?” Universidad de Medellín. Agosto de 1984. Pág. 38
[13] Comparar con: Emiro Sandoval Huertas. Criminología crítica I Seminario. “El sistema penal colombiano desde la perspectiva de la criminología crítica” Universidad de Medellín. 1984. Pág 77
14Comparar con: Ian Taylor, Paul Walton, Jock Young. La nueva criminología. Amorrortu editores. Buenos Aires. 1997. Pág. 171
[15] Hulsman, Louk. Sistema Penal y Seguridad Ciudadana: Hacia una alternativa. Barcelona: Ariel, 1984. Pág. 81
[16] El mismo. Postfacio por Sergio Politoff. Pág. 140
[17] Citado más arriba. Pág.41-81
[18] Citado más arriba. Pág. 80
[19] Entrevista con Alessandro Baratta, por Victor Sancha Matta. Pág. 6
[20] El mismo. Pág. 6-7
[21] Hulsman, Louk. Sistema Penal y Seguridad Ciudadana: Hacia una alternativa. Barcelona: Ariel, 1984. Págs. 47-48.

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