miércoles, 27 de enero de 2010

Degradación de la Relación Pastoril en el Régimen Presidencialista

A la frase inmortal “El político es el pastor y criador del rebaño humano” (PLATÓN), escritores políticos modernos como Castoriadis y Michael Foucault le harán una crítica puntual y destructiva: Castoriadis diciendo que el pastor participa de una naturaleza divina que le permite cuidar del rebaño y participa de una esencia humana.

Foucault, por su parte, profundiza los dones del pastor para crear un perfil de una perfecta relación pastoril en el llamado “Estado Providencia” moderno. Ello de mano con Castoriadis, permite postular a los gobiernos modernos como tecnologías del poder, que se expresan en las tecnologías pastoriles, cuyas características principales son “encontrar a una sola persona a la cabeza de su rebaño” y “proporcionara alimento a sus ovejas, cuidarlas cuando estén enfermas, en tocar música para agruparlas y guiarlas, en organizar su reproducción con el fin de obtener la mejor descendencia” (FOUCAULT).

En este punto, aparece otro escritor político moderno (Victor Manuel Moncayo), quien para el caso de Colombia, construye un perfil del Presidente y del régimen presidencialista, dejando un sabor permanente de estar viviendo en las antiguas Egipto, Judea y Siria; a expensas de una relación ganadera, en la que los gobernados son tratados como ganado vivo y los gobernantes son vistos como excelsos caballistas que llevan a sus reses a los buenos pastos… El último paso es desatar toda esta iconografía: decir quienes son los dominadores, quienes son los dominadores, quienes los dirigentes y quienes los dominados, dirigidos y administradores.

Volvemos a la frase imperecedera “El político es el pastor y criador del rebaño humano”. Esta definición suponía las realidades del rey y del esclavo, del pastor y del rebaño. Entonces, mira la relación política (gobernados-gobernador) en clave biológica, resaltando el zen sobre el bios y viendo al rebaño de hombres como aglutinamiento de humanidades. Dicho agregado es analizado cuantitativamente y no cualitativamente, pues “entre una casa muy grande y la masa de una ciudad muy pequeña no hay diferencia alguna” (PLATÓN, 259b).

Este axioma aplicado crea la paradoja de ignorar si los gobernados son ciudadanos o animales, si los gobernantes son conserjes de finca o mandatarios de naciones, además de ser argumento que justifique la megalomanía de quien se cree apto para lo político sin dejar de ser homo aeconimucus: hombre dedicado a la economía de su familia…

De allí, que el político no tenga que administrar una extensión de tierra, sino mejor agregados de cuerpos políticos. Este pensar influye en la calidad de vida y en su manutención por medio de la “labor” (ARENDT), pues la virtud de un buen ganadero es mantener con vida-que no en buenavida-a su ganado…

Toda esta iconografía lejos de salvar lo Político, lo esconde y lo vela. Si la médula de lo Político es lo Público, la Polis y los Ciudadanos, entonces, ¿Dónde están ellos y ella? (CASTORIADIS) Si el pastor es un ser divino y hoy día los dioses huyeron (HEIDEGGER) ¿Dónde está el pastor? Si el pastor proporciona alimento a sus ovejas, las cuida cuando están enfermas y les toca música para agruparlas, ¿dónde está el pastor? Si el pastor proporciona alimento a sus ovejas, las cuida cuando están enfermas, y les toca música para agruparlas, ¿Dónde está el pastor si ya no hay alimento, salud ni música para satisfacer las exigencias de la nuda vida?... (CASTORIADIS). “La buena vida” como Aristóteles califica a la vida del buen ciudadano era buena en el grado en que habiendo dominado las necesidades de la pura vida, liberándose del trabajo y labor, y vencido el innato apremio de todas las criaturas vivas por su propia supervivencia, ya no estaba ligada al proceso biológico vital (ARENDT, 47)

Relacionando a H. Arendt con esta “presencia en la ausencia” (divinidad en tiempos sin dioses, modernización sin tiempos modernos, salud en la enfermedad, abundancia en la escasez) es posible dar respuesta, o mejor, disolver el problema atrás planteado: Una de las condiciones de existencia del hombre es su Labor, la cual no sólo asegura la supervivencia individual, sino también la de la especie (ARENDT, 21-22).

“Quia gessiti morem uxori tuae, habebis terram infestam; eaa fundet tibi spinas et carduos. Quaeres ex ea victum cum multo labore, donec abeas in terram, e qua ortus est” [Por haber complacido a tu esposa, la tierra será ingrata a tus sudores, ella derramará sobre ti espinas y cardos. Procurarás de ella tu alimento con mucho trabajo, hasta que vuelvas a reducirte al polvo del que saliste] Esta verdad teológica, revelada ya en el Génesis, impone la labor como condición de la supervivencia humana: él con sus manos educirá, los frutos de la tierra, hasta su muerte: esa es la vida misma.

“Oh, Ra, que vigilas mientras los hombres duermen, tú que buscas aquello que le conviene a tu rebaño”
“Tú hiciste posible que todos los países remotos vivieran. Colocaste [otro] Nilo en cielo, de manera que pudiera fluir hacia ellos y se precipitara hacia las montañas como un mar, para humedecer sus campos y sus poblados…El Nilo en el cielo lo proveíste para los pueblos extranjeros y [para] todas las bestias de las tierras altas que caminan sobre patas, en tanto que el Nilo [real] lo trajiste del mundo de las tinieblas para [el pueblo de] Egipto” (HIMNO A ATÓN, 9-10. Tomado de El pensamiento prefilosófico. Fondo de Cultura Económica)

Eran estos, himnos egipcios y asirios, cuales son reemplazados hoy por el sonsonete del campesino que canta:

“Si soy borracho/ pero la plata que yo me tomo/ la saco de mi sudor” (COMPAY SEGUNDO con PYO LEYVA. La juma de ayer)
O el nasal:
“Que viva el rio Magdalena/ que viva su producción/ que viva la agricultura/ que siembra el agricultor” (BULLERENGUE CANTADO. Cantos ribereños)…

Este mero vivir, gracias a la agricultura y al sudor, es el mismo contemplado por Aristóteles cuando habla de la comunidad perfecta como “Xinomene men oun toy zen beneken, ousa de tou eu zen” [nacida con vistas al vivir, pero existente esencialmente con vistas al vivir bien] La nuda vida o el mero vivir, ya no es competencia del Dios-Pastor sino de los hombres, pero el vivir bien sí es compromiso de la Polis, del lugar de lo público. Este interés y ejercicio del Público, es el puesto en cuestión por el Poder Político que mediante una Tecnología del Poder: El Poder Pastoril, logra “reacomodarse siempre renovado en la cabeza del régimen político actual: el presidencialista”. ( )

“Serio, muy serio y laborioso, con escaso sentido del humor. Irascible como todo aquel que lleva seriedad y laboriosidad a niveles casi mesiánicos. No diría que comparte la máxima de los nacional-socialista: “el trabajo os hace libres”, pero en su puritanismo perfeccionista, el fetichismo del trabajo recuerda la mentalidad de los colonos de donde viene. Su presidencialismo bonapartista presta mucho al capataz de finca: exigente con la salud de su ganado, se vuelve paternalista con los problemas de la peonada” (MONCAYO)

Este régimen caracterizado por la “refundación” del Estado en cabeza de una sola persona, es una tecnología que permite dar una aparente aura de legitimidad a la autoridad, que incólume e histórica, se caracteriza por la pauperización y la parainstitucionalidad.
En pocas palabras, la forma “presidencial” es un fetiche, un imaginario popular que mediante una persona con carisma y seducción, hechiza la masa para guiarla mediante pulsaciones intensas de consumo informacional…



BIBLIOGRAFÍA
ARENDT, Hannah. La condición humana
ARISTÓTELES
FOUCAULT. Las tecnologías del yo
HEIDEGGER, Martin. …Und wozu Dichter in dürftiger Zeit ?
MONCAYO, Victor Manuel
PLATÓN. El político

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